MICACHU AND THE SHAPES -JEWELLERY- me gusta, me gusta, me gusta…

 

Hoy hablo de un grupo que me ha robado el insomnio, que no el sueño. Empiezo describiendo a través de citas de los demás. Estas son las reacciones de la gente a la que se lo he querido mostrar antes de escribir este artículo, para que entendáis la complejidad de un disco como el de hoy. Complejidad es una palabra que nació con este disco:

“¿Pero qué estás escuchando?, si parece una hormigonera” – Un compañero del trabajo

“ja ja ja…qué divertido” – Un novio

“(poner cara de que estás loco, mirarte raro y no decir ni palabra)” – Una amiga

La cara que yo pongo cada vez que lo escucho, y os aseguro que en la última semana van ya unas 200 veces, es de asombro y de perplejidad. Mi intelecto no alcanza a entender ni a visualizar el momento en que Mathew Herbert (genial loco de la olla y productor de la creación) se puso a trabajar jugando con sonidos, arritmias y retazos de ruidos, para crear este atónito y adictivo disco.

La modernidad en extensión, un sonido sólo apto para imbéciles inteligentes que se atreven a tirarse al vacío y disfrutar de lo que se siente colgado de una cuerda elástica mientras te mueves espasmódicamente al ritmo convulso que se encierra  en esta colección de canciones.

Es un disco brillante, y me atrevería a decir que tan elegante como un desfile de David Delfin, pero sin lo impostado de un desfile y con la crudeza de un Nueva York de los 70.

Temazos y singles los hay en el disco de pares en pares: “Golden phone” “Lips” y “Vulture” por mencionar sólo unos pocos en los primeros 10 minutos del disco, esos trallazos en forma de pequeña pastilla se repiten catatónicamente hasta el final del álbum

Todas ellas son pequeñas gemas engarzadas en un hierro barato que desde ya debería entrar en el Universo de los discos fetiche para cualquier amante de la música que carece de inmediatez (parafraseando a Manu). Aunque no sé si estoy siendo justo porque, aunque por definición este disco debería ser entendido como el paradigma de la música que carece de inmediatez, mi ávido oído capturó rápidamente su presencia  entre las más de 1000 canciones que pueblan mi reproductor mp3.

“Just in case” es tan pura en todo lo que pretende ser, que debería estar sonrojando a la mismísima Björk por no haberse aproximado ella a una creación así en más de una década. La islandesa no ha tardado en declararse fan del grupo. Y es que si comparamos este disco con las más barrocas salidas de tono distorsionantes de la Björk más antipática, deja aquellas como si se tratara de canciones de cuna.

 Mica Levi, al frente de la formación,  Raisa Khan, y Marc Pell, son desde ahora las tipas más enrabietadas del pop fluorescente, el más extremista. El arte de la música, al alcance sólo de unos pocos ¿aunque me pregunto si realmente no estamos hablando de un grupo de masas?

Rating: 8,5/10

6 respuestas

  1. Me va a encantar que no!?
    Pasamelo!
    Cuando te vienes a cenar, a desayunar o a merendar
    con tom y con moi!

    Muak! Me vicia tu blog!

  2. pues tendré que darle otra oportunidad, que en una primera impresión me dejó indiferente

  3. ¿El productor Matthew Herbert no le hace remixes varios a la bjorkita? Suena un poco a eso, y la voz de camionera borracha de la tipa le resta puntos (aunque que bien le encaja con la imagen!)…pero así de primeras no está mal, le daremos alguna escucha más…

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